Bien, creo que el de anoche no era yo. Más bien me parecía a mi padre, ese hombre que nunca abandonó a mi madre a pesar de su enfermad, y a la suya propia. Tras llegar en la ambulancia al hospital y dar los datos de ingreso, empezó la atención hospitalaria.
Primero entramos en lo que se llama “sala de clasificación”. Después de que nos clasificaran, nos mandaron a la sala de espera, donde estábamos unas 20 personas esperando la llamada de megafonía. Mi madre era el 0160, si no era Carmen Fernández. Bueno, yo pensé que eso sería una cosa innovadora, que sería positivo ser un número en lugar de una persona. Pero pronto me di cuenta de que algo no funcionaba.
Una pregunta fue la más repetida de la noche. Por desgracia, no todos tenemos la misma capacidad de reacción a las llamadas de megafonía. “Paciente 0160, consulta 1”, “¿qué ha dicho? ¿qué número? ¿qué consulta?”. Y la última: “¿Por dónde se va?”, y de nuevo, “¿la consulta cuál era?”. En definitiva, observé que a muchas personas este sistema no les era útil y no se enteraban muy bien.
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